Octubre 31
Los abuelos de
las caricaturas políticas
En el año 1517, el monje alemán Martín Lutero clavó sus
palabras de desafío en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg.
Gracias a un invento llamado imprenta, esas palabras no se
quedaron allí. Las tesis de Lutero llegaron a las calles y a las plazas y
entraron en las casas, las tabernas y los templos de Alemania y más allá.
La fe protestante estaba naciendo. Lutero atacaba la
ostentación y el despilfarro de la Iglesia de Roma, la venta de entradas al Paraíso,
la hipócrita soltería de los sacerdotes...
No sólo por palabras se difundían estas herejías. También
por imágenes, que llegaban a más gente, porque pocos sabían leer pero todos
eran capaces de ver.
Los grabados que ayudaron a difundir las protestas de
Lutero, obras de Lucas Cranach, Hans Holbein y otros artistas, no eran muy
amables, que digamos: el Papa apa- recía como un monstruoso becerro de oro, o
un burro con tetas de mujer y rabo de Diablo, o era un gordo muy enjoyado que
caía de cabeza a las llamas del infierno.
Estos filosos
instrumentos de propaganda religiosa, que tanto ayudaron a la difusión masiva
de la rebelión luterana, fundaron, sin saberlo, las caricaturas políticas de
nuestro tiempo.
>> Fragmento
contenido en el libro "LOS
HIJOS DE LOS DIAS", de Eduardo Galeano, Siglo XXI, 2012.
>> Ilustración
digital | Andrés Casciani.
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