Hoy VI por primera vez la Bandera Argentina, y me di cuenta de que soy daltónico: la franja blanca es en realidad amarilla (al ver el mapa de provincias donde se impuso el Modelo Macrista). Y ahí se me clarificó la “condición existencial” de mi país: nacido desde el desgarro entre Patria y Colonia, entre Sensibilidad y Codicia, entre Empatía y Egoísmo. Flameando siempre con la fantasía de “Libertad” pero acarreando en el medio del corazón una herida que no cicatriza: Unitarios y Federales se hacen llamar a veces, otras veces “K” versus “Republicanos”. Una cosa me quedó clara estos años: el Huevo de la Serpiente siempre está latente, rodeándonos, tendrá la cara de tu vecino, de tu amigo y de personas que amás, simulará democracia y sensibilidad pero apenas tenga la oportunidad aplaudirá el Bombardeo de la Plaza de la Dignidad, se reirá de cómo se “ahogan” los desaparecidos (congelados “como Walt Disney”) mientras “viajan por el mundo”, festejará el cáncer y se sentirá complacido al demostrar que los Derechos Humanos de los “ñoquis” son un curro.
La bandera seguirá flameando, a veces los pliegues nos permitirán ver la franja central, otras veces la disimularán haciéndonos creer que la pesadilla terminó. “Está en mi naturaleza” dijo el escorpión: ellos no lo dirán ni asumirán nunca, pero su aguijón estará siempre afilado.
Como dijo Fernández “que en la Grieta se quede Macri”.
(Andrés Casciani, 28/10/19)
- Ilustración: collage sobre papel y retoque digital - 21 x 29 cms (2019)
andrescasciani.com
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