Agosto 20
La mano de obra celestial
En la sierra ecuatoriana, se
alza la iglesia de Licto. Esta fortaleza de la fe fue reconstruida, con piedras
gigantescas, mientras nacía el siglo veinte.
Como ya no había esclavitud, o
eso decía la ley, indios libres cumplieron la tarea: cargaron las piedras a sus
espaldas, desde una cantera lejana, a varias leguas de allí, y unos cuantos
dejaron la vida en el camino de quebradas profundéis y senderos angostos.
Los curas cotizaban en piedras
la salvación de los pecadores. Cada bautismo se pagaba con veinte bloques y
veinticinco costaba una boda. Quince piedras era el precio de un entierro. Si
la familia no las entregaba, el difunto no entraba al cementerio: se lo
enterraba en tierra mala, y de ahí
marchaba derechito al Infierno.
>> Fragmento
contenido en el libro "LOS
HIJOS DE LOS DIAS", de Eduardo Galeano, Siglo XXI, 2012.
>> Ilustración
digital | Andrés Casciani.
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