Julio 15
Una ceremonia de exorcismo
En esta noche de 1950, víspera
de la final del campeonato mundial de fútbol, Moacir Barbosa durmió arrullado
por los ángeles.
Él era el hombre más querido de
todo Brasil.
Pero al día siguiente, el mejor
arquero del mundo pasó a ser un traidor a la patria: Barbosa no había sido
capaz de atajar el gol uruguayo que arrebató a Brasil el trofeo mundial.
Trece años después, cuando el
estadio de Maracaná renovó sus arcos, Barbosa se llevó los tres palos donde
aquel gol lo había humillado. Y partió los palos a golpes de hacha, y los quemó
hasta hacerlos ceniza.
El exorcismo no lo salvó de la
maldición.
>> Fragmento
contenido en el libro "LOS
HIJOS DE LOS DIAS", de Eduardo Galeano, Siglo XXI, 2012.
>> Ilustración
digital | Andrés Casciani.
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