Julio 10
La fabricación de novelas
En este aciago día de 1844, los
franceses se quedaron sin nada que leer. La revista Le Siécle publicó la entrega final de los dieciséis capítulos de la
novela de aventuras que toda Francia devoraba.
Se acabó. ¿Y ahora? Sin Los tres mosqueteros, que en realidad
eran cuatro, ¿quién se jugaría la vida, cada día, por el honor de una reina?
El autor, Alejandro Dumas,
escribió esta obra, y trescientas más, a un ritmo de seis mil palabras por día.
Los envidiosos decían que esta hazaña del atletismo literario era posible por
su costumbre de firmar páginas ajenas, robadas de otros libros o malpagadas a
los obreros de la pluma que trabajaban para él.
Quizá sus banquetes
interminables, que le inflaban la panza y le vaciaban los bolsillos, lo
obligaban a producir, en serie, obras por encargo.
El gobierno francés le pagó,
por ejemplo, la novela Montevideo o la
Nueva Troya. Sus páginas estaban dedicadas a los heroicos defensores de ese
puerto que Adolphe Thiers llamaba nuestra colonia de Montevideo, y Dumas no
conocía ni de oídas. La obra debía otorgar alturas épicas a la defensa del
puerto contra los hombres de la tierra, aquellos gauchos descalzos que Dumas
llamó salvajes azotes de la Civilización.
>> Fragmento
contenido en el libro "LOS
HIJOS DE LOS DIAS", de Eduardo Galeano, Siglo XXI, 2012.
>> Ilustración
digital | Andrés Casciani.
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