Sunday, July 10, 2016

Los hijos de los días - Galeano ilustrado por Casciani 10/7


Julio 10

La fabricación de novelas

En este aciago día de 1844, los franceses se quedaron sin nada que leer. La revista Le Siécle publicó la entrega final de los dieciséis capítulos de la novela de aventuras que toda Francia devoraba.
Se acabó. ¿Y ahora? Sin Los tres mosqueteros, que en realidad eran cuatro, ¿quién se jugaría la vida, cada día, por el honor de una reina?
El autor, Alejandro Dumas, escribió esta obra, y trescientas más, a un ritmo de seis mil palabras por día. Los envidiosos decían que esta hazaña del atletismo literario era posible por su costumbre de firmar páginas ajenas, robadas de otros libros o malpagadas a los obreros de la pluma que trabajaban para él.
Quizá sus banquetes interminables, que le inflaban la panza y le vaciaban los bolsillos, lo obligaban a producir, en serie, obras por encargo.
El gobierno francés le pagó, por ejemplo, la novela Montevideo o la Nueva Troya. Sus páginas estaban dedicadas a los heroicos defensores de ese puerto que Adolphe Thiers llamaba nuestra colonia de Montevideo, y Dumas no conocía ni de oídas. La obra debía otorgar alturas épicas a la defensa del puerto contra los hombres de la tierra, aquellos gauchos descalzos que Dumas llamó salvajes azotes de la Civilización.

>> Fragmento contenido en el libro "LOS HIJOS DE LOS DIAS", de Eduardo Galeano, Siglo XXI, 2012.
>> Ilustración digital | Andrés Casciani.

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