Marzo 29
Aquí hubo una selva
Milagro en la jungla amazónica:
en el año 1967, un gran chorro de petróleo brotó del Lago Agrio.
A partir de entonces, la
empresa Texaco se sentó a la mesa, servilleta al cuello y tenedor en mano, se
hartó de engullir petróleo y gas durante un cuarto de siglo, y cagó sobre la
selva ecuatoriana setenta y siete mil millones de litros de veneno.
Los indígenas no conocían la
palabra contaminación. La aprendieron
cuando los peces morían panza arriba en los ríos, las lagunas se volvían
saladas, se secaban los árboles de las orillas, los animales huían, la tierra
ya no daba frutos y la gente nacía enferma.
Varios presidentes de Ecuador,
todos ellos a salvo de cualquier sospecha, colaboraron en la tarea, que fue
desinteresadamente aplaudida por los publicistas que la exaltaron, los
periodistas que la decoraron, los abogados que la defendieron, los expertos que
la justificaron y los científicos que la absolvieron.
>> Fragmento
contenido en el libro "LOS
HIJOS DE LOS DIAS", de Eduardo Galeano, Siglo XXI, 2012.
>> Ilustración
digital | Andrés Casciani.
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