Marzo 1
Fue
Elisa Lynch
estaba cavando la tumba con las uñas.
Los soldados
vencedores, atónitos, la dejaban hacer.
Los zarpazos
de esta mujer alzaban nubes de polvo rojo y sacudían la rojiza melena que le
llovía sobre la cara.
Solano López
yacía a su lado.
Ella,
mutilada de él, no lo lloraba, no lo miraba: le iba arrojando tierra encima,
inútiles manotazos que querían enterrarlo en la tierra que había sido su
tierra.
El ya no era,
y el Paraguay ya no era.
Cinco años
había durado la guerra.
Había caído,
asesinado, el único país latinoamericano que negaba obediencia a los banqueros
y a los mercaderes.
Y mientras
Elisa seguía echando puñados de tierra sobre el hombre que había sido su
hombre, el sol se iba, y con el sol se iba este maldito día del año 1870.
Desde la
fronda del cerro Corá, unos pocos pájaros le decían adiós.
>> Fragmento
contenido en el libro "LOS
HIJOS DE LOS DIAS", de Eduardo Galeano, Siglo XXI, 2012.
>> Ilustración
digital | Andrés Casciani.
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