Febrero 18
Solo de él
Cuando Miguel
Ángel se enteró de la muerte de Francesco, que era su ayudante y mucho más,
rompió a martillazos el mármol que estaba esculpiendo.
Poco después,
escribió que esa muerte ha sido gracia de
Dios, pero para mí ha sido grave daño e infinito dolor. La gracia está en el
hecho de que Francesco, quien en vida me mantenía vivo, muriendo me ha enseñado
a morir sin pena. Pero yo lo he tenido durante veintiséis años... Ahora no me
queda otra cosa que una infinita miseria. La mayor parte de mí se ha ido con
él.
Miguel Ángel
yace en Florencia, en la iglesia de la Santa Croce.
El y su
inseparable Francesco solían sentarse en la escalinata de esa iglesia, para
disfrutar los duelos que en la vasta plaza libraban, a patadas y pelotazos, los
jugadores de lo que ahora llamamos fútbol.
>> Fragmento
contenido en el libro "LOS
HIJOS DE LOS DIAS", de Eduardo Galeano, Siglo XXI, 2012.
>> Ilustración
digital | Andrés Casciani.
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