"La desobediente"
por Hugo Seleme
ilustración digital Andrés Casciani
"Sólo alcanzó a terminar la primaria. Siendo casi iletrada, debía callar y escuchar a los que saben. Otros con más suerte y formación, educados en universidades prestigiosas, debían hablar de economía o política. Pero ella desobedeció. A fuerza de lectura y de vida, se formó y habló. Tan bueno fue lo que tenía para decir que finalmente una de esas universidades importantes a las que otros asistían, le otorgó un doctorado en 1996.
A los catorce años se casó. Debía ser esposa y madre, pero dos de sus hijos fueron asesinados. Debía sufrir y callar, como hacían muchos. ¡Hasta su esposo le decía que no hablase! y, como toda buena esposa, se esperaba que obedeciese. Pero ella desobedeció. Su dolor se hizo grito y el miedo, que paralizaba a otros, a ella la hizo empezar a caminar. Caminó en círculos por años, y aunque le decían que caminando en círculos no se llega a ningún lado y le ordenaron detenerse, ella persistió. Caminó con tanta convicción, que hizo tambalear a una dictadura sólo con el peso de sus pasos.
Cuando a fuerza de desobediencia se transformó en un referente de la lucha por los derechos humanos, se esperaba que asumiese plácidamente ese rol casi beatífico. Debía ser una especie de Teresa de Calcuta laica, con opiniones cuidadas, meditadas y razonables. Pero ella, obstinada, otra vez desobedeció. Y habló del imperialismo, las organizaciones armadas, de la Sociedad Rural, de la Corte Suprema, de la Ley de Medios, y de cuanto tema escabroso o controvertido se le presentó.
Hace menos de un año decidió volver a caminar en círculos. La plaza ahora la encontraba más anciana, pero con la misma convicción. Le imputaron estar incitando a la violencia colectiva y atentar contra el orden público. Al igual que en el pasado, le ordenaron que se detuviese y, al igual que entonces, desobedeció.
Hace unos días, mientras caminaba en círculos, un juez federal le ordenó que se presentase a declarar en una causa por corrupción. Se esperaba que obedeciese, pero no sucedió. Denunció la utilización del sistema judicial con fines políticos y, erguida sobre sus casi noventa años, sentenció: “si me tienen que meter presa que me metan”.
Forjada a fuerza de desobediencia, ella no es un personaje que pueda encajar pacíficamente en ninguna categoría. Moldeada con el torpe cincel de nuestra terrible historia reciente, ella es imperfecta. Tan imperfecta como los hechos que configuraron sus contornos a fuerza de arrebatarle pedazos de su existencia. Haríamos mal en atribuir rápidamente lo que ha hecho a estas imperfecciones. Tal vez este sea el caso, y su desobediencia no sea más que la estrategia de una anciana corrupta intentando tapar sus delitos, o de una anciana loca. Pero dado que su desobediencia nos advirtió en el pasado de males que no podíamos – o queríamos – ver, haríamos bien en ver si detrás de su último acto de rebeldía no existe otra advertencia.
Como todas las madres ella es imperfecta, pero aun así me parece bella".
Hoy cumple 89 años Hebe
. Texto e ilustración publicados en el libro "Bitácora del Naufragio - En la Tormenta Neoliberal" (Editorial Brujas, Córdoba - septiembre 2017).
http://andrescasciani.com/
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