Así homenajeamos el jueves 29/6/17 al gran luchador Omar
Alfredo Sánchez, Presidente de la Asociación Hagamos Algo Por Los Chicos Con
Leucemia, quién nos dejó en el mes de junio, dejando un vacío enorme pero
también una semilla de lucha que fructifica en sus compañeros.
Cobertura fotográfica: Alber Piazza.
Conmemorando el Día de la Lucha contra la Leucemia, en el
acto realizado en la Legislatura de Mendoza, se homenajeó a Omar con palabras
de varios de sus amigos y colegas de lucha: Julio Rudman, Lucas Ilardo, Fabián
Sepúlveda etc
Richard Quevedo leyó su poema dedicado a Omar, introduciendo
al momento en que se obsequió también a su esposa Ana María Pavoni una obra de
Andrés Casciani que retrata a este admirado defensor de los derechos humanos.
Nos enteramos además de la gran noticia de que la Asociación
Hagamos Algo Por Los Chicos Con Leucemia ahora se llamará "Hagamos
algo", abarcando así muchas más problemáticas a ser resueltas a fuerza de
solidaridad y compromiso.
Ante la evidente oscuridad, retroceso humano y muerte
reinantes los invitamos a sumarse y apoyar esta justa causa de reafirmación del
amor a la vida y "al otro".
http://andrescasciani.com/
“La huella eterna del guerrero elegido” (por Richard
Quevedo)
“Siempre que se hace una historia
se habla de un viejo de un niño o de si
pero mi historia es difícil
no voy a hablarles de un hombre común
haré la historia de un ser
de otro mundo de un animal de galaxia”
Canción del elegido-(Silvio Rodríguez)
"Los héroes de carne y hueso siempre resplandecen en la
poesía, en los discursos, en la oratoria de las despedidas eternas, en el
barro, en los cimientos que nunca caerán, en la niebla que no apaga los brazos
del sol, los elegidos están fuera de las lógicas humanas, en las cosas que no
se desgastan, en los caminos que han parido al milagro, en las penumbras de la
injusticia, en la sangre que nos deparan las ideas.
La certeza es que luchábamos por cosas comunes, esa debe ser
nuestra tranquilidad y que lo vimos en la calle. Pero no esa calle común, sino
la calle que interpela, la calle que denuncia, la calle que reivindica
derechos, que forja esos sueños de libertad y dignidad para todos y todas. Las
palabras eran el bálsamo para aclarar la mirada y seguir viendo alrededor para,
como el que abre alas y protege a otros, mirando esos faros sonrientes y
combativos, encarar los obstáculos como la marea embravecida, como los pájaros
que planean en la tormenta.
Enseño el grito de pasión, de levantarse sobre ese filo que
es la vida y el ocaso. No hay manera entonces de no creer que el mundo puede
cambiar a pesar de las dolencias, de las oscuridades que nos espantan hoy. No
creo que palabras como “ejemplo” “buena persona” o “luchador” lleguen a esa
cima de entender y vislumbrar en la mente y en el corazón, que los
revolucionarios se hacen todos los días, mueren, renacen, lloran, nos encumbran
las esperanzas cuando queremos soltar, nos susurran poderosamente: “Dale che,
seguí, seguí, dale...Nos inspiran, para dejar una marca imborrable en el
cosmos, en el cemento, en la tierra, en los ríos más puros. Su misión era esta,
irse como los que se van sonrientes, llorados, inmortales.
Y está en ese abismo donde permanentemente caminamos, ni
siquiera estas palabras lo pueden tocar, si los lazos que dejo irrompibles.
Está entre el sol y el horizonte, en el podio de los que llegan y empujan a
llegar a otros, en ese amor que no se oxida, que no se diluye en el tiempo, el
tiempo que todo devora, menos eso.
Un elegido que ensucio los trapos en todo terreno, que
combatió el smoke y el vaivén autómata de la ciudad. Que pateo con justicia a
la burocracia, sin el sayo de la caridad que emerge de los edificios de santos
de yeso, con los ideales, con el puño apretado gritando por San Lorenzo, con el
puño apretado gritando como un gol aquel milagro supremo, con los dedos en V
cantando la mejor marcha del mundo . Que creyó en que los mejores días fueron,
son y serán la lucha por los desprotegidos. Que pensó que el mejor lugar del
mundo es cuando sus guerreros están bien y a la par luchando.
Sin nada se fue, y con todo lo construido, estos locos de
fuerzas fuera de serie, de astucia, de ternura, de utopías logradas, de logros
colectivos, de sueños que deshacen cualquier poder artero, de vidas que cambian
y que sonríen, de la paz que se engendra aun en las noches más oscuras, estos
locos fuegos que encienden a otros locos se van siempre así, con lo puesto,
solo con esa camiseta empapada de sudor y esperanzas que dice “Hagamos algo”
con el alma en paz de haber dado la vida en cada esquina. Nos deja un axioma
más imprescindible aún, eso de que AQUÍ NO SE RINDE NADIE. Esa es la mayor
defensa, y la mayor verdad".
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