Monday, July 10, 2017

El Resplandor (de la mirada) I


"El Resplandor (de la mirada)" I

"Jesús Contreras y los infiernos" 

por Richard Quevedo
-ilustración: Andrés Casciani (acrílico sobre lienzo - a partir de una fotografía realizada por Alber Piazza)

"¡Ay ,cuán dura es esta selva salvaje, áspera y fuerte, 
cuyo recuerdo renueva el miedo!"
Dante Alleghieri- La divina comedia

En la bolsa de basura lleva los restos de papeles, una frazada, unos abrigos, el pasado roto, y algunas esperanzas sucias de encontrarse, o encontrar el alivio, o buscar a Dios . Hace tanto que no se ha visto en los espejos del agua y de la muerte, hacen varios miedos que huye de si mismo, que le huyen los que lo entornan.

Jesús se para todas las mañanas frente a esa ciudad, abrazando una ausencia inclaudiclable, un perfume que lo llevaba a Egipto o a las playas de Guatemala. No hay invierno que mate su espíritu de búsqueda, recorre las calles como un vigía incansable, no duerme hace veintipico de años, es Argos Panoptes , un sereno infalible. No sueña desde que el sistema es una maraña de apologias al abandono.

Pero los encuentros a veces son de esta magnitud, como el impacto de las gotas de lluvia en el carton, en el abrigo de los diarios, como verse en ruinas llorando en el infierno después de los derrumbes . Jesús Contreras se hizo leyenda la noche del 23 de abril: caminó por las Heras, y decidió tirarse en el reparo entre calle España y patricias mendocinas, cinco criaturas de la jungla bajaban a los gritos, desde el parque central, traían alcohol en las manos, fumaban, se reían, y entendían que la insania que desemboca de la perversión y la crueldad los hacía ver a un hombre implorando la muerte.

Se acercaron hacia él y lo rociaron completamente, entre las risas y los bocinazos uno de ellos tiro el fosforo, y Jesús sin resistirse ardía nuevamente. Invocaba a Eugenia,o como se llame esa mujer que esta latente en cada instante. Como sintiendo placer, como viéndola entre el fuego, estaba ahí ella con la sonrisa sarcastica acumulada por años, vió también a su madre en la niñez . En ese intervalo oscuro vio a sus enemigos, a la gente que pasa todos esos días por las calles , se le aparecía un policía golpeándolo, un niño mirándolo fijamente, Jesús volvía a los instantes de sol en la canchita, todos los demonios ahora le devoraban el cuerpo, y escuchaba las sirenas cerca . Jesús ardía de recuerdos,de rendicion, de locura . La sentía cerca, ella le rozaba la mano, el lloraba y le pedía por favor a los precursores de lo detestable llevaran su cometido hasta el final. Al hombre ya se le apagaba el fuego de su piel y del alma, seguía vivo, perteneciendo y a la vez estando fuera de una humanidad atroz, las vendas esta vez le cruzaban el cuerpo, el tatuaje del Che Guevara a la altura del corazón se le había arrugado un poco mas con los vestigios del fuego. Seguía sin dormir, le dolía la espalda de acostarse en una cama con un colchón blando. Los diarios digitales decían lo mismo:
Brutal ataque en Mendoza: prendieron fuego a un indigente. A raíz de las quemaduras, el hombre llamado Jesús Contreras fue trasladado al Hospital Lagomaggiore.

La habitación era la 305. despertó y la mirada me escrutaba tristemente al costado de la camilla, era él con su tatuaje del Che, y sus brazos curtidos por los inviernos y el desamor, como exigiendo perdón por la oscura sombra que es la mente humana. El siempre volverá a ese calor, a lo que quema de a poco, vuelve a estar frente a las puertas que llevan a otro infierno aun mas feroz, el de la calle, el de la indiferencia social, el infierno del olvido.



*fotografía original de Jesús Contreras por Alber Piazza

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