Diciembre
28
Nostalgia del futuro
Oscar
Niemeyer entró en el año 2007 con cien años de edad y ocho nuevas obras en
ejecución.
El
arquitecto más activo de todos no se cansaba de transformar, proyecto tras
proyecto, el paisaje del mundo. Sus viejos ojos no subían al alto cielo, que
nos humilla, pero estaban siempre nuevos para quedarse, gustosos, contemplando
la navegación de las nubes, que eran su fuente de inspiración para las próximas
creaciones.
Allá,
en el nuberío, él descubría catedrales, jardines de flores increíbles,
monstruos, caballos al galope, aves de muchas alas, mares que estallaban,
espumas que volaban y mujeres que ondulaban y en el viento se ofrecían y en el
viento se iban.
Cada
vez que los médicos lo internaban en el hospital, creyendo que ya le había
llegado la hora, Oscar mataba el aburrimiento componiendo sambas, que cantaba
junto con los enfermeros.
Y
así este cazador de nubes, este perseguidor de la belleza fugitiva, dejó atrás
su primer siglo de vida, y siguió de largo.
>> Fragmento
contenido en el libro "LOS
HIJOS DE LOS DIAS", de Eduardo Galeano, Siglo XXI, 2012.
>> Ilustración
digital | Andrés Casciani.
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